Nadie sabe que lloro, que me siento en el piso con las rodillas juntitas, bien pegadas al pecho, cierro los ojos y comienzo a respirar despacito, imaginando hipotèticamente que cuando mis pulomes saquen todo el aire que tienen se activarà un mecanismo de
autodestrucciòn
autoimplantado por mi.
-Felicidades.
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